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  • Por Lic. José Roberto Ortega Ramírez

DECÁLOGO DEL ABOGADO DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO (1696-1787)


1º Jamás es lícito aceptar causas injustas porque es peligroso para la conciencia y la dignidad.


2º No se debe defender causa alguna con medios ilícitos.


3º No se debe imponer al cliente pagos que no sean obligados, bajo pena de devolución.


4º Se debe tratar la acusa del cliente con el mismo cuidado que las cosas propias.


5º Es preciso entregarse al estudio de los procesos a fin de que de ellos puedan deducir los argumentos útiles para la defensa de las causas que son confiadas a los abogados.


6º Las demoras y negligencias de los abogados son perjudiciales a los intereses de los clientes. Los perjuicios así causados deben, pues, ser reembolsados al cliente. Si no se hace así se peca contra la justicia.


7º El abogado debe implorar el auxilio de Dios en las causas que tiene que defender, pues Dios es el primer defensor de la justicia.


8º No es aceptable que el abogado acepte causas superiores a su talento, a sus fuerzas o al tiempo que muchas veces le faltará para preparar adecuadamente su defensa.


9º El abogado debe ser siempre justo y honesto, dos cualidades que debe considerar como a las niñas de sus ojos.


10º Un abogado que pierde una causa por su negligencia es deudor de su cliente y debe reembolsarle los perjuicios que le ocasione.




San Alfonso M. de Ligorio (1696 - 1787)

Escritor, poeta, músico, obispo, doctor de la Iglesia, y patrono de los moralistas.


Nació en Marianella, cerca de Nápoles, el 27 de Diciembre de 1696. Era el primogénito de los ocho hijos nacidos del noble José de Ligorio y Ana María Catalina Cavalieri.


A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.


Hubo un pleito famoso entre el Doctor Orsini y el gran duque de Toscana. El Dr. Alfonso defendía al de Orsini. Su exposición fue maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo para su defendido. Pero apenas terminada su intervención, se le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: "Todo lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento".


Alfonso lo lee, y exclama: "Señores, me he equivocado", y sale de la sala diciendo en su interior: "Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más".


El 27 de Agosto de 1723 delante de la imagen de la Virgen prometió consagrarse al servicio exclusivo de Dios y de los necesitados, y de convertirse al sacerdocio. A los treinta años cumplidos, el 21 de Diciembre de 1726, recibió la ordenación sacerdotal.


En 1732 fundo la Congregación del Santísimo Redentor. Como escritor, publicó ciento once obras, entre grandes y pequeñas, algunas de las cuales han alcanzado decenas de ediciones, como las visitas al SS., Las Máximas Eternas, La Práctica de Amar a Jesucristo. Su obra más bonita son las Glorias de María, que registró una de las mayores tiradas entre las obras marianas de todos los tiempos, un millar de ediciones en 1750.


Fue nombrado obispo por el Papa Clemente XIII el 9 de Marzo de 1762. En el 1772, elegido Papa Clemente XIV, San Alfonso pidió ser exonerado de la dignidad episcopal con motivo de su avanzada edad y de la artrosis cervical que lo había afectado. En el 1775 Pio VI no pudo negarle la solicitud de su renuncia porque ya el santo se encontraba en una situación que daba lástima, medio ciego y sordo, tan oprimido por tantas enfermedades que ya no parecía más ser un hombre. Murió serenamente el 1 de Agosto de 1787.

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