Jimmy Jump tiene seguidores y detractores a partes iguales. Para unos, es un espontáneo profesional. Para otros, solo un loco. Jaume Marquet es el nombre de pila de este sabadellense que, hasta el 2012, compaginaba sus apariciones con el trabajo de agente inmobiliario en el Vallés. El personaje, que también aspiró a la política municipal dos décadas atrás, ya acumula una deuda de más de 100.000 euros en multas por irrumpir en acontecimientos con su barretina.

Antes de retirarse pero, uno de sus saltos más sonados fue el de Eurovisión, ahora hace 10 años, cuando el Tribunal Constitucional se cargó el autogobierno catalán. Entonces, Daniel Diges representaba España en el festival con Algo pequeñito. Ahora, este intruso en actos de masas rememora el décimo cumpleaños de su proeza en el certamen, además de revelar su modus operandi habitual y el nombre de su próximo objetivo de asalto.     

¿Por qué surge Jimmy Jump?

Jimmy Jump nace para reivindicar la libertad de expresión.

¿Qué significa saltar?

Estar más cerca del cielo y de Dios.

Sin referencias religiosas, esto es...

Ser libre. Es un instante que te hace sentir una adrenalina increíble. Saltar al vacío sin saber lo qué vendrá.

¿Cómo fue tu primera vez?

El 4 de julio del 2004, en la final de la Eurocopa entre Grecia y Portugal. Lancé a la cara de Figo una bandera del Barça.

Este año se cumplen 10 años de tu salto en Eurovisión.

Sí, pero me hubiera gustado estrenarme el 2002 con Rosa de España.

¿Por qué no lo intentaste?

Me estaba preparando para lo que venía...

¿Qué te motivó a boicotear España en Eurovisión el 2010?

Los recortes al Estatut. Quería reivindicar el catalanismo ante millones de espectadores de todo el mundo con mi barretina, igual que en el Mundial de Sudáfrica unos meses después.

¿Cómo orquestaste esta acción en el festival?

Era la primera vez que viajaba a Oslo. No había preparado nada. Solo recuerdo que me vino a buscar un amigo griego en el aeropuerto. Esta persona, que celebraba una fiesta eurovisiva en la capital, me regaló una entrada para el certamen, pero no la utilicé.

Entonces, ¿cómo entraste en el recinto?

Me colé como un espía.

¡Vaya!

Me infiltré entre los cantantes hasta llegar a un camerino.

Parece una película.

Una hora antes del espectáculo ya estaba dentro del estadio buscando el mejor lugar para poder saltar.

¿Siempre lo haces así?

En la Eurocopa del 2004, por ejemplo, me hice pasar por miembro de la presidencia de Portugal porque quería pisar el campo de fútbol.

¿Cómo esquivaste tantos obstáculos en Eurovisión?

Llegar al pie del escenario no fue nada fácil. Encontré una cámara sin operador muy cerca de la pista. Tenía que camuflarme rodeado de entre tanta gente acreditada. Quién me hubiera dicho que encontraría mi escondrijo antes de salir a escena.

Aquel trabajador no volvió...

Sufría mucho. De hecho, no sabía donde se había metido. Quizás en el baño. Si hubiera vuelto, seguro que habría sido detectado y retenido por la policía. Mientras tanto, ya sonaba la canción de Azerbaiyán. La siguiente actuación era la de España.

Y llega el minuto de oro.

Salí disparado como una fiera a ganar la partida. Me puse junto a Daniel Diges, arrodillado, y lo saludé de tal manera que pareciera que formaba parte del número. Mi sorpresa fue cuando el resto de los figurantes me siguieron el rollo. ¡Lo había conseguido!

¿Cómo te sentiste?

Era el hombre más feliz del planeta. Quería formar parte de aquella coreografía.

Acto y seguido, los guardias de seguridad te cogieron.

Sí, me llevaron directo a prisión y tuve que pagar una multa de 1.800 euros que abonó un señor que se había quedado sorprendido de mi acción.

Ni 24 horas de recluso.

Al día siguiente, vino a buscarme el hombre que había pagado mi sanción. Solo me pidió ayuda para hacer un anuncio para su casino virtual.

Liquidada la pena pero, volvió a sonar la alarma.

La policía del país me devolvió a Cataluña porque se pensaba que asaltaría un acto de los Reyes de Noruega aquellos días siguientes a Eurovisión.

¿Te arrepientes de lo que hiciste?

No, porque lo único que hice fue conceder un deseo a Diges.

¿Qué deseo?

Él quería cantar dos veces su canción.

Como ganador, no porque le boicotearan su actuación...

Tanto me hace. Gracias a mí, pudo cumplir su sueño.

El público no lo recuerda del mismo modo.

Los medios de comunicación, entonces, vieron en mí un enemigo y me silenciaron. Yo solo quería expresar mi espíritu libre.

Hay gente que considera estos saltos una locura. ¿Qué les dirías?

Que salten conmigo y liberen toxinas.

¿Cómo es la vida actual de Jaume Marquet?

Trabajo en una granja cuidando caballos en Hamburgo, en el norte de Alemania.

¿Volverás a saltar?

Me gustaría ponerle la barretina a Rosalía. Sería una reaparición triunfal.