Hay un programa que lleva tres años haciendo arte, pura arte en televisión. Quizás para los más puritanos no deja de ser un contenedor más que retroalimenta la mal llamada telebasura que copa la programación de Telecinco. Pero no sería justo no reconocer que el equipo de Cazamariposas (Divinity) es digno de todos los elogios posibles.
Primero porque los medios con los que cuentan se alejan muchos de otros competidores como El Hormiguero de Pablo Motos. Son sólo 15 redactores pero sus cabezas piensan por 45. El plató es la propia redacción del programa y el me busco la vida se aplica día a día, incluso a la hora de maquillarse.
El equipo de 'Cazamariposas'
Por eso el programa está vivo. Porque la falta de recursos aviva la imaginación. Y si no se puede tener a Justin Bieber, pues se tiene a Rebeca y se monta un tema del verano que sirve de promoción -gratuita- del programa y también de la cantante. Si no se pueden usar imágenes con derechos por su elevado precio, se montan unas olimpiadas entre los colaboradores y se quedan tan frescos.
Si los colaboradores más mediáticos del momento no pueden venir a Barcelona [bastión desde donde se emite el programa], les montan un par de vídeos diciendo lo que nadie se atreve a decir y consiguen repercusión en el todopoderoso Sálvame . Si no hay nada nuevo que contar, se reinventan a base de quemar neuronas y aportar un aire fresco a la televisión. Un aire que se echa de menos en un panorama televisivo demasiado acostumbrado a copiar los éxitos ajenos y a aposentarse a golpe de talonario.
Los chicos y chicas de Cazamariposas (un término correcto teniendo en cuenta la media de edad de la redacción) hacen seis programas a la semana... Ocho cuando la cadena madre (Telecinco) les usa de relleno con el Cazamariposas Vip. A una media de 20 vídeos por programa sale la friolera de 360 a la semana, 1.440 al mes, 17.280 al año aproximadamente.
Sólo hace falta darse una vuelta por su web para ver cómo reinventan la realidad, cómo su adicción al corazón les hace sacarle punta a los temas de una forma que nadie hace ya en la televisión nacional. Sus magistrales montajes, secciones inventadas, manipulaciones de la realidad televisiva no pueden dejar indiferente a un espectador que durante media hora al día se da un atracón de maestría audiovisual.
Habrá quienes critiquen su puesta en escena, su retroalimentación constante de programas de su productora (La Fábrica de la Tele) o incluso el nivel de sus colaboradores. Pero nadie (hay que reiterarlo: nadie) hoy en día es capaz de hacer vídeos o reportajes con la originalidad y simpatía con la que lo hacen los Cazamariposas.
El consumidor de este programa de Divinity de bien seguro no será espectador de El Intermedio del Gran Wyoming (o sí). Este último podría ser el ejemplo más cercano a lo que hacen los chicos de Cazamariposas. Pero sin restarle talento al ejército de guionistas del programa de laSexta, la secta de las mariposas se lo guisa, se lo come y merece obtener, en algún momento, una estrella Michelín de la televisión.